El prefecto González explicó, en primer lugar, que si bien el río está creciendo, no puede decirse que la situación sea alarmante. "Tenemos establecidos dos niveles en la altura del río: el nivel de alerta y el de evacuación. El de alerta es, en realidad, indicador de que deben intensificarse los controles, que debe tenerse cuidado, pero no significa que estemos al borde de la catástrofe", expresó. y agregó "si no fuera porque hay gente que insiste en asentarse y construir sus hogares en zonas bajas e inundables, esta creciente sería una más en el proceso natural del río".
Expresó que, sin restarle importancia a la situación crítica que viven quienes hoy ven cómo las aguas avanzan sobre sus casas, el comportamiento del río es normal. "Hay períodos de creciente y hay períodos de bajante, eso sucede en cualquier río. Este es un pico, pero no deja ser parte de los movimientos naturales y normales de las aguas, y como tal, empezará a bajar", explicó. Señaló que está previsto que llegue el pico de crecida el viernes, cuando comenzarían a bajar las aguas.
Trabajo coordinado
"Más allá de que estamos en tiempos de transición, sería muy útil conformar una mesa de trabajo conjunto con el gobierno provincial, el municipal y la Prefectura, de manera de tener planes elaborados para evitar tener que acudir desde cero cuando se presenta la emergencia", explicó el viceintendente.
Explicó que las proyecciones del Instituto Nacional del Agua y los estudios que se realizan periódicamente señalan que si bien habrá una leve bajante, el río se encontrará este verano bastante más alto que en el verano pasado.
"Eso implica que debe haber más precaución y control", señaló Payes, quien se comprometió a mantener el contacto para coordinar acciones que eviten accidentes y garanticen la seguridad de los bañistas.